viernes, 14 de marzo de 2014

Futuras enfermedades podrán ser detectadas por un test de personalidad.


La medicina preventiva tiene a su disposición una nueva herramienta para evitar los futuros deterioros de nuestra salud: los tests de personalidad. Porque según cómo seas o cómo te tomes la vida, más o menos papeletas tendrás de enfermar según vayas cumpliendo años.  

Así lo indica un estudio realizado con 1.037 individuos de la ciudad neozelandesa de Dunedin por científicos de la Universidad de Duke Estados Unidos. El estudio consistió en hacer un seguimiento de este grupo homogéneo de personas, nacidas entre abril de 1972 y marzo de 1973, a lo largo del tiempo. Cuando cumplieron 26, se les pidió a sus familiares y amigos que definieran su carácter para puntuarlos en los llamados big five o cinco grandes factores de la personalidad: la extraversión, la estabilidad emocional, el carácter agradable, la seriedad o talante concienzudo y la apertura mental. Además, se pidió a desconocidos que también los describieran tras tratar brevemente con ellos: así comprobaron si coincidían estas últimas apreciaciones con los de su círculo íntimo.

Doce años más tarde, cuando los voluntarios cumplieron 38, se les hizo un exhaustivo chequeo médico. La conclusión final fue que uno de los big five ejercía efectivamente una influencia decisiva en su estado de salud: un 45% de quienes tenían la seriedad o talante conciezudo más bajo –o sea, eran menos disciplinados– presentaban varios trastornos o factores de riesgo, como hipertensión, problemas de riñón y colesterol elevado. Los expertos lo achacan a que la gente “seria” hace menos excesos, sigue con más tesón las dietas y tratamientos, practica deporte etcétera.

Otra característica que ayuda a mantenerse sano es la apertura mental, es decir, la tolerancia y la aceptación de nuevas ideas o experiencias. Aquí, la explicación radica en que este rasgo psicológico suele ir asociado a un coeficiente intelectual alto y, por consiguiente, una mayor conciencia sobre la necesidad de cuidarse. “Los datos demuestran que si un médico conoce la personalidad del paciente es posible desarrollar una medicina preventiva más eficaz y personalizada”, concluye Salomon Israel, director de la investigación.

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